Aquella mañana perezosa
tras subir la persiana y
descorrer los visillos
vimos densas nubes de
temibles midges
enseñoreadas del aire
exterior.
Salir a pasear alrededor de
la casa
o adentrarnos en el bosque,
camino del lago,
como habíamos planeado,
hubiera sido una
imprudencia.
Desayunamos. Porridge, huevos fritos,
tomate, pan tostado, oscuro té,
y
reímos:
No tenemos trajes de apicultor para salir.
Podríamos volver a la cama,
al fin y al cabo hemos dormido poco.
Y volvimos a la cama, pero
no dormimos.
¡Qué hermosa te veías unos
meses después,
embarazada!
Los midges, desde entonces,
me producen todavía más respeto.
*Midges:
minúsculos mosquitos que vuelan en bandadas de cientos de miles y cuya picadura
es muy urticante y duradera. Son inevitables en la primavera y el verano
escoceses.
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