viernes, 30 de octubre de 2015

Un confuso indicio

Mis ensueños a menudo
me llevan a una casa
con grandes ventanales
mirando al infinito.

Mis ensueños se quedan otras veces en un cuarto,
con mesa de madera, algunos libros, Bach,
algún papel en blanco,
un lápiz:
por si preciso anotar algo o dibujarlo
mientras siento la luz solar por compañía,
del alba hasta el ocaso.

¿Para qué quiero una casa y ese cuarto 
en este ensueño?
¿Para estar solo, confortablemente solo?
¿Para escuchar el viento?
¿Para escuchar algunos sones viejos,
sintiendo al mismo tiempo mi silencio
que se funde con música y silencios?
¿Para pensar mi silencio en armonía
con todos los silencios?

No sé… y no sé si me olvido
de que una casa es un refugio
pero es también una antesala confortable
para esperar la llamada de la muerte.
Y no debo olvidarme de que aquellos que salimos a su encuentro,
al encuentro de la muerte, un día y otro día,
estamos vivos… por eso,
únicamente.

¿Para qué una casa… habiendo tantas casas,
si puedo visitar muchas de ellas,
gozarlas como huésped? me pregunto.
Tal vez estoy cansado
y el cansancio
es un confuso indicio
del final del camino hacia la muerte.

martes, 27 de octubre de 2015

Tardor / Otoño

Aquests dies plou sovint.
Quan escampa, però, és possible gaudir dels colors suaus i dels tons delicats de la tardor 
Es dauren les fulles dels til·lers, a poc a poc, dia a dia,
i quan el vent les bressola semblen plenes de joia, com si la seva decadència anés acompanyada del més gran dels plaers.
Torna la pluja

Estos días llueve a menudo
pero cuando escampa es posible disfrutar de los colores suaves y los tonos delicados del otoño
Se doran las hojas de los tilos, poco a poco, día a día,
y cuando el viento las mece parecen alegrarse, como si su decadencia fuera acompañada del mayor de los placeres.
Vuelve a llover

viernes, 23 de octubre de 2015

La llamada del silencio

En tus orillas y en las del camino
se abrazan enigmas y certezas
que siempre están contigo
y en tu vida y en la vida.

Es un placer andar y andar
y llegar hasta el final de sendas
que se abren a otras sendas misteriosas.

Pero si sientes la llamada del silencio
y que los márgenes se borran
puede ser que hayas tomado
el camino que te lleva hasta el postrer 
y hermético misterio:
la insondable armonía del silencio.

Jordi Rueda

martes, 20 de octubre de 2015

Somos agua y nos helamos

Si se pudiera congelar el fuego
guardaría tus llamas y mis llamas
juntas, bien mezcladas,
quizá en la cubitera roja
la del hielo de las grandes ocasiones.

Si tuviera nuestro fuego congelado
en las noches largas del otoño y del invierno
tomaría un cubito con la boca
para dejar resbalar la lumbre roja
por las comisuras de mis labios,
gota a gota...
como si pudiera verterlas en tu cuerpo ausente 

Si pudiera congelar el fuego,
no te soñaría cada día en malas horas
ni sentiría tu presencia despiadadamente hermosa
vagando por la jaula perversa de mi mente.

Eres agua y yo soy agua, 
somos agua 
que no soporta el frío intenso sin helarse.
¡Maldito sea el frío! 

Necesito ser fuego algunas veces
para librarme de la nadas vaporosas
que llenan de escarcha mi cerebro.

Necesito ser fuego para templar mi cuerpo
y convertir en humo a mis fantasmas.


lunes, 12 de octubre de 2015

La tristeza

Cuando el sufrimiento
seca los ojos por completo
porque ya no hay nada
por lo que llorar
conviene convocar a la tristeza.

Abrázame, tristeza,
devuélveme el presente 
que el dolor se ha llevado,
empápame en mi llanto
en mi propio llanto.

Bésame, tristeza,
y deja que mi aliento
se mezcle con tu aliento
y que tus labios fríos
despierten a los míos.

Abrígame, tristeza,
guárdame del mal,
del eterno mal
de no tener presente
de no tener presente.

Acúname, tristeza,
méceme entre lágrimas
de sal amarga
que aviven mi sed,
mi sed de ser mío.

No me dejes, tristeza,
necesito tu abrazo,
tus labios, tu aliento…
Sin ti no habría tiempo.
No habría alegría.

Jordi Rueda

martes, 6 de octubre de 2015

El gris de cada tarde


Foto: Jordi Rueda.
Cuando el aire recorta
tu figura tan leve y silenciosa
y todo el candor de tu hermosura
se difunde en la tarde casi oscura
no te alejas:
es como si te fueras
por la puerta de la noche
efímera antesala de otro encuentro
y siempre dejaras entreabiertas
mis ansias de mirarte.

Y volverás mañana
y casi esperaremos, abrazados,
el instante suave en que te marchas
por lo concisa y clara como queda,
recortada en el gris de cada tarde,
tu figura tan leve y silenciosa.