miércoles, 26 de julio de 2017

Lo mejor de los sueños es soñarlos

Los sueños me persiguen. 
Algunos quieren verse realizados
para ufanarse de ser sueños cumplidos.
Es estúpido, no obstante, 
el orgullo que padecen esos sueños.
Es estúpido, asimismo, 
el orgullo de los soñadores
que presumen de haber cumplido sueños.

Lo mejor de los sueños es soñarlos.

Yo en mi vida he cumplido algunos sueños,
es verdad, 
pero olvido prestamente esa ventura
en busca de otras cosas que soñar.

Así, cuando estás entre mis brazos
y me dices que me amas
y que eres muy feliz porque me amas,
procuro soñar en el goce de tus besos
a la vez que siento que me besas
y que eres feliz al amarme
cuando me ves feliz
al ser amado por mis fantasías.

Prefiero soñarte, pues en ese punto,
el de los besos valientes y los vientres deseados,
todo lo que no es ensueño es obsesión.

No hay mejor realidad que la soñada.
Suéñame y te soñare.
Te soñaré para que nunca nunca renuncies a soñarme.

PS.- Debo admitir que es también es agradable cumplir algunos sueños, aunque eso suponga olvidarlos, fatalmente. Ah, pero solo algunos, es decir, la mayoría.

domingo, 23 de julio de 2017

Primer poema de amor

Tenía 15 años y necesitaba enamorarme.
El afecto carnal no me bastaba.
Por ello escribí un poema esa mañana, 
mi primer poema de amor,
y por la tarde se lo di a leer.
 Después, los dos nos abrazamos y besamos
igual que dos amantes verdaderos.

Detrás de la columna del zaguán,
a cobijo de miradas ajenas,
de pie, vestidos,
su vientre amó mi vientre
y no tardamos en alcanzar el éxtasis.
Con los ojos cerrados noté como sus labios
que un instante antes apresaban a los míos,
se aflojaban.

Abrí los ojos y vi los suyos entrecerrados,
su boca relajada como una hermosa flor que se recoge al atardecer,
y sus mejillas iluminadas por una serena armonía
que yo no había visto en mujer alguna.

Las manchas del placer asomaban en mis pantalones y en su falda,
pero a ella no pareció importarle cuando salimos a la calle.
No estábamos avergonzados.
Todavía sentíamos que nos envolvían las estrellas.
Nada, nadie, podía censurar nuestra felicidad.

Un poema, 
mi primer poema de amor,
y la emoción intensa del orgasmo simultáneo, 
nos habían convertido en dueños del mundo.

Yo tenía 15 años y necesitaba enamorarme.
Ella, 16, y necesitaba sentir que enamoraba.

Estábamos hechos el uno para el otro, 
aquella tarde.



Jordi Rueda  

martes, 18 de julio de 2017

Una mujer vacía y hermosa

Era una mujer vacía y hermosa,
misteriosamente hermosa.

Sin embargo, al mirarse al espejo 
ella solo veía su vestido,
la pintura de sus labios, 
el rimel de sus ojos
y las pinzas de su pelo. 

También sus manos eran invisibles,
aunque por el cristal bailaban destellos de oro y diamantes
acompasados al movimiento de la brocha de colorete.

Gestos aprendidos cuando se sentía atractiva,
con los que ahora hostigaba, con mecánica mímica, 
unas facciones preteridas,
casi impalpables, 

Ella no se veía en el espejo
porque estaba vacía y el vacío no tiene imagen.
A los demás, empero, aun les parecía hermosa,
misteriosamente hermosa.

No reparaba en las miradas de los demás.
Ignoraba, pues, que les atraía su misterio,
el misterio que creyó que había vaciado
en el camino
para que lo descifraran todos.
Todos menos ella.

Jordi Rueda

jueves, 13 de julio de 2017

A su debido tiempo

Soñadora, espontánea, inteligente. 
Gestos seguros, valientes, afinados,
cuerpo travieso, cálido, impaciente.
Siempre hay algo que está por llegar,
decías.
No hace falta atraparlo antes de hora,
decía yo.
En la vida hay muchas cosas
que solo estimamos si llegan a su debido tiempo,
coincidimos.
Éramos jóvenes y combatíamos nuestra perplejidad
viviendo un agradable día a día
de trabajo y placer.
Aquella noche, en el pequeño restaurante japonés
del Soho londinense
hablamos de comida portuguesa
Fueron los portugueses
quienes introdujeron la tempura en el Japón.
Pedimos entonces vinho verde, sushi de atún rojo
y sushi de erizo de mar.
Seguimos conversando,
bebiendo, comiendo, rozándonos,
mirándonos,
mirándonos hasta que tu mirada se iba lejos,
lejos,
volviéndonos a mirar cuando regresaba de lejos…
Fue después del segundo trago de sake,
al final de la cena,
cuando empezaste a hablarme de la muerte,
de cómo te figurabas tu propia muerte:
entrando en el mar lentamente, desnudándote
y bebiendo sake, 
dejándote llenar por sus aromas.
Te imaginé entonces, ya desnuda,
con tu cuerpo delicado y armonioso,
penetrando sin pausa en unas aguas oscuras, infinitas.
Y me imaginé de espectador
pero a la vez de acompañante,
me vi como un amigo que te da la mano,
aunque yo no quería morir todavía.
Y puestos a hacerlo así, preferiría,
te advertí bromeando,
que experimentáramos la muerte
en el Mediterráneo,
más templado que los mares británicos.
No hiciste ningún caso a mis palabras.
Seguramente querías, en tu fantasía,
morir sola.
Y si con una mano tenías que ir quitándote la ropa
y en la otra sostenías la taza de sake,
no había posibilidad de tomar la mía.
La muerte es individual.
Y salvo en casos de sufrimiento extremo,
no conviene anticiparla.
Uno muere solo. El que te tiende la mano,
por lo general, se queda.
Tú te vas. Yo no.
No sé hasta dónde te hubiera seguido.
Seguramente hasta que la penumbra
hubiera emborronado tu figura.
Me sonreíste.
Querías morir sola pero agradecías
mi solidaridad.
En el agua,
tu cuerpo junto al mío se mantendría caliente
por poco tiempo,
no como en aquel momento,
sentados a la mesa del restaurante,
casi pegados tu muslo y mi muslo
y mi brazo tocando tu brazo de piel tersa, blanca, dulce,
mirando ambos al frente como si hubiera un mar.
Bebiendo sake
 Sirva más sake, por favor.

Hay cosas que hay que dejar que lleguen a su debido tiempo,
repetíamos.
Como siempre hay tantas cosas que están por llegar
no hace falta esforzarse en atraparlas enseguida al verlas.
Tomamos más sake.
Tus facciones, vueltas hacia mi, se apaciguaron.
Tu mirada se llenó de ternura.
Yo sonreí otra vez.
Acabábamos de aplazar la muerte por una buena temporada.

A su debido tiempo llegará.

Jordi Rueda

martes, 11 de julio de 2017

Ser uno, ni más ni menos

Quisiera ser uno más 
en la lista de los buenos
Si bien en la de los malos
quisiera ser uno menos.

A veces, ser uno más
en un mundo más sereno
lo siento como un anhelo.
Por eso cuando luchamos
por palmos más de terreno,
quisiera ser uno menos.

Pero no soy uno más.
Tampoco soy uno menos.
Soy uno, ni más ni menos.

Y si debo luchar, lucho
contra malos, contra buenos,
para defender ser uno:
ni más que uno ni menos.

Jordi Rueda

lunes, 10 de julio de 2017

Mi lugar

Al igual que el lugar del pájaro
no es la rama ni es el nido,
sino el aire,
mi lugar no es un lugar,
es el camino.

domingo, 9 de julio de 2017

A solas bajo a luna

 Ayer salimos a ver la luna,
la gran luna. 
  Hoy es ella la que mira,
pero no te ve. Estoy solo,

Caminaré a solas bajo la luna,
con la luna,
y, tal vez, le hablaré de ti.
La noche es apacible.


sábado, 8 de julio de 2017

No quiero mierda a la puerta del teatro

No quiero mierda a la puerta del teatro.
Para quererte no preciso espectadores.

Tú eres hermosa y te gusta ser admirada,
pero no cuentes conmigo como actor secundario
ni de coprotagonista.

Hay comedias, querida,
que conviene representar sin público.

No necesitamos mierda a la puerta del teatro.

Jordi Rueda

*En tiempos, cuando se acudía a los teatros en carruaje, las abundantes deposiciones de caballos en los accesos eran señal de que había llegado mucho público, por ello en Francia desear Merde! era desear éxito.

jueves, 6 de julio de 2017

Huyamos esta noche de la noche…

 Huyamos esta noche de la noche.
Avancemos insomnes,
como si nos hubieran llamado con urgencia del abismo.

Avancemos danzando con las sombras
Avancemos sin sueño hacia la nada.

La noche es un trecho del camino
y conviene no dormirse en brazos de fantasmas.
Los fantasmas te zarandean y al despertar te duele el alma.

Avancemos constantes y sin prisas,
Esquivemos a los que lo quieren todo
sin saber que tras de todo está la nada.

Avancemos
en busca de la fuente de agua fresca
que tienen los caminos buenos
Y ese buen camino será nuestro,
será nuestro, camaradas, si lo andamos.


miércoles, 5 de julio de 2017

Vida líquida

Agua para la sed, 
vino para el placer,
café para pensar, 
té para relajarse,
champaña para el amor,
saliva para la noche.
Vida líquida.

Jordi Rueda

lunes, 3 de julio de 2017

Huele a heno mojado

He leído un fragmento de un poema de Kerouac
y me ha parecido oler a heno mojado 
en un día de calor, 
bajo una lluvia de intermitente fuerza
capaz de devolver a la tierra la humedad 
que ella quiere entregar al aire.

Tu cuerpo, en aquellos húmedos veranos,
se envolvía con el mío en el olor a heno mojado.
La lluvia era fina y dulce y tu piel exhalaba un aroma floral
que, como el del heno, se avivaba bajo el orvallo.

El poema de Kerouac no habla de olores:
y yo no sé por qué 
te deseo al leer que una “dorada hormiga veloz vuelve al heno
extendiendo sus antenas a través del matorral del tiempo”.

Probaré a leer a otro autor.

Jordi Rueda

sábado, 1 de julio de 2017

Junto a la fuente de los colibríes

Junto a la fuente de los colibríes
caricias de viento,
caricias de agua,
manos que acarician.

Los colibríes se bañan y juegan,
tus vellos se alzan,
mis vellos se enhiestan.

Tu espalda, mis dedos.
Tu pecho que roza mi pecho
pezón con pezón.

Tu boca.
Tu boca acaricia mi boca.
Lágrimas.  
Lágrimas que miman pómulos.
Agua sigilosa. Concordia.

Caricias junto a la fuente de los colibríes.
Mamíferos felices.