jueves, 16 de abril de 2015

La tristeza

Cuando el sufrimiento
seca los ojos por completo
porque ya no hay nada
por lo que llorar
conviene convocar a la tristeza.

Abrázame, tristeza,
devuélveme el presente 
que el dolor se ha llevado,
empápame en mi llanto
en mi propio llanto.

Bésame, tristeza,
y deja que mi aliento
se mezcle con tu aliento
y que tus labios fríos
despierten a los míos.

Abrígame, tristeza,
guárdame del mal,
del eterno mal
de no tener presente
de no tener presente.

Acúname, tristeza,
méceme entre lágrimas
de sal amarga
que aviven mi sed,
mi sed de ser mío.

No me dejes, tristeza,
necesito tu abrazo,
tus labios, tu aliento…
Sin ti no habría tiempo.
No habría alegría.

Jordi Rueda

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