Cerca de La Habana Vieja
junto a un bar del Malecón
me apreté con una prieta
pa' bailar un rico son.
El aire de la bahia
venía tibio y con sal
y los labios de mi prieta
eran más buenos que’l pan.
El Morro estaba delante,
no esperamos ni un instante
en volvernos a besar.
Las olas se confundían
con la música del bar
y mis manos bien sabían
a la prieta acariciar
Yo le dije a la negrona:
Vámonos pa’ otro lugar,
aquí todo es muy oscuro
y yo te quiero mirar.
--Tengo la casa en Vedado
¿me quieres acompañar?
--Yo vivo en Guanabacoa.
--Yo después te llevo allá.
Ya no les cuento señores
lo que pasó en el zaguán,
la negra entera tenía
la sabrosura del mar.
--Todas tus playas, negrona,
son buenas para nadar
y tus mares, qué te cuento,
casi me pudiera ahogar.
--Ay, mi amor, blanquito mío,
no te debes preocupar.
seré siempre tu sirena
para guiarte en la mar.
--Ay, mi prieta, mi negrona,
nada yo quisiera más,
pero mañana me marcho
y no nos veremos más.
--Pero, blanquito, mi vida,
cómo me vas a dejar,
si no hay más nada en el mundo
como podernos mirar.
--Cómo lo siento, mi prieta,
nunca te podré olvidar,
pero me espera una casa
en las tierras de ultramar.
Jordi Rueda
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