¿Recuerdas, querida, aquellas tardes de verano?
Las pasábamos juntos, nos mirábamos a los ojos, de cerca o a media distancia.
Las pasábamos juntos, nos mirábamos a los ojos, de cerca o a media distancia.
Tomábamos té caliente para combatir el calor...
Después nos echábamos en la cama y nos abrazábamos hasta sudar el té.
Después nos echábamos en la cama y nos abrazábamos hasta sudar el té.
Otras veces templábamos o nos recostábamos el uno en el otro. Cambiábamos las posturas… era muy agradable.
No he vivido momentos más dulces en toda mi vida como los que compartí contigo en aquellas tardes de verano del 96 en que mi cabeza descansaba a ratos sobre la almohadita velluda de tu pubis. Suave.
Pero ha pasado el tiempo y ahora ya no es lo mismo. Te
afeitas… y tu pubis pincha.
Jordi Rueda
Jordi Rueda
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