viernes, 3 de abril de 2015

Eran tan verdes las hojas de los árboles...


Eran muy verdes las hojas de los árboles
y tu mirada
enamorada
era también muy clara y luminosa.

Pero estaba llegando otro tiempo
y ninguno de los lo adivinamos,
tendidos poco a poco hacia el invierno
que detrás de aquel verde iba llegando.

Eran tan verdes las hojas de los árboles
en las tardes doradas de septiembre,
que ni tú ni yo pudimos suponernos
que vendría el otoño como siempre
delante de un invierno para siempre.

Eran tan verdes las hojas de los árboles
y tus ojos y mis ojos tan brillantes,
que nuestra propia luz nos impedía
entender que las hojas morirían
secándose en el suelo al desgajarse.

Eran tan verdes las hojas de los árboles
que disfrazaban al invierno de esperanza.

Pero amarillearon y cayeron…
Y tú eras una hoja y yo era otra
en la frontera oscura del invierno
dejamos nuestros verdes en el cielo
y dormimos, marchitos, en el suelo.

Eran muy verdes las hojas de los árboles
y tu mirada
enamorada
era entonces más clara y luminosa.

Jordi Rueda 

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