Caminaremos por nuestros pensamientos
buscando una salida que no lleve a
la locura
Y hallaremos, a menudo, las puertas
del vacío,
ese dulce vacío de la gente
acomodada,
que no produce vértigo,
o quizá el acceso a un laberinto
que no es tuyo…
Un hermoso laberinto que
ya nunca nunca nunca será ajeno
porque preferirás
perderte en él
a perderlo.
Hay en tu cabeza un
laberinto
y otro en la mía
que parecen conectados,
perfectamente
conectados,…
y al salir de uno entras en otro
y se hace inevitable esa jaqueca
Pero, ay, es tan bello
no tener escapatoria
y estar así, atrapados
en nosotros mismos,
alegres, libres del
mundo,
perdidos en la
enajenación compartida,
disipando los sentidos y
las mentes,
arropados por la fantasía,
sin frío.
sin frío.
En realidad ya sabíamos
que algún día,
ese día al que llamamos nunca, nunca, nunca,
ese día al que llamamos nunca, nunca, nunca,
hallaríamos dos abismos
porque las bocas de
nuestros laberintos
no querrían besarse más.
Así no puede funcionar
el mundo,
nos decían.
Al carajo el mundo, respondimos.
Volveremos a él algún día, pensamos sin
convicción.
Pero… ay, pronto volvimos.
Jordi Rueda
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