llovía.
Aquella tarde de invierno
no había cielo sobre el aire gris
pero tus manos se acoplaron a las mías
y la ilusión centelleó en tus ojos.
El vino felizmente compartido
avivó los recuerdos
y los recuerdos despertaron los ensueños.
Un vino espeso,
un verano,
nos espesaba la sangre
y la lluvia resbalaba
por el tiempo
La nostalgia entrecerró tus ojos,
y los míos,
pero la lluvia del invierno no es como la lluvia del verano.
El gris sucede al gris...
y no hay remedio.
Aquella tarde de invierno
nos dimos algunos besos,
besos de sabor espeso
como el vino de otro tiempo.
Llovía en Châteauneuf-du-Pape
aquella tarde de invierno.
Jordi Rueda
No hay comentarios:
Publicar un comentario