A veces te enamoras de un poema, de una canción, de una
fotografía, de una pintura. Otras, necesitas enamorarte de algo nuevo, sorprendente, original, y te pones a escribir un poema o una canción o a pintar o
tomas una fotografía desde un ángulo único, el tuyo, para enamorarte de tu propia
creación que previamente has imaginado dotada de belleza y reflejo de tus emociones.
Si tus obras, bien logradas o con imperfecciones veniales, te
enamoran, tendrás en ellas fuentes de recursos para componer otros poemas, canciones o imágenes, incluso cuando tu pasión por ellas remita. Los
enamoramientos, como, a menudo, los grandes
amores, están sometidos a la fugacidad de nuestra percepción.
![]() |
Composición comestible. Foto: © Jordi Rueda. |
Enamorarse es fácil, pero requiere que aprecies originalidad
en el objeto que te enamora. Al que plagia, le cuesta mucho más enamorarse del resultado de su robo artístico, salvo que
—caso raro — éste supere a la obra plagiada.
—caso raro — éste supere a la obra plagiada.
Es la originalidad, ajena o propia, la que seduce. Si te has
enamorado muchas veces, podrás enamorarte fácilmente muchas más: de las obras
que labres, si te emocionan, o de las ajenas, si distingues en ellas una
personalidad seductora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario