martes, 14 de noviembre de 2017

He subido al gris desván de la memoria

He subido al gris desván de la memoria
para tratar de encontrar algún indicio
de vida intemporal en el olvido.
Pero solo he visto olvido en el olvido.
y no me he atrevido a rebuscar en él,
había mucho polvo
y ese polvo me hubiera impedido respirar.

He bajado luego al negro sótano
donde se desangra el corazón doliente.
Buscaba alguna señal de perfección
en ese sacrificio.
He prendido una vela
y su llama solo me ha dejado ver mi mano
rodeada de oscuridad.
He sentido la miseria, la miseria animal
de la escasez de luz y de color.
No he visto el corazón.

He soplado la llama
y al disiparse el olor del humo de la mecha,
he experimentado por fin la perfección,
el vacío absoluto.

Envuelto en la noción de estricta oscuridad
he inferido que tal vez después,
después del último después,
eso será todo.

Mientras tanto, ni desván ni sótano.
Ni casa siquiera. Caminos y horizontes.
Y sueños.
Lo que, en verdad, no es poco.

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