jueves, 2 de febrero de 2017

Susana, Belinda y Lena

Hace rato que le he dicho a mi amiga Lena
que a veces como bien para no aburrirme.
es decir, que como mucho, demasiado.

Mi amiga Belinda, que me ha llamado hoy
para contarme una felicidad y una desdicha,
me ha preguntado, tras sus confesiones,
que cómo me va, y le he dicho, directamente,
que me siento gordo.

A mi amiga Susana le he comentado esta mañana
en la cafetería, que estoy jodido económicamente,
que desde que subió el IVA de los espectáculos
tengo clientes de ese sector que, por esa razón, pagan mal,
aunque algunos me invitan a comer para explicarme
que esperan que sus dificultades sean transitorias.
O sea que, en tanto oposito a pobre, como demasiado.

MI amiga Susana me ha invitado al café y me ha dicho,
golpeando suave y cariñosamente mi barriga con el revés de su mano,
que sigo siendo un hombre atractivo.
Muy atractivo, ha subrayado.

Mi amiga Belinda me ha contado que es una mujer libre,
que ha dejado a su marido y se ha ido a vivir con su amante de siempre,
aunque se siente mal porque no le han dado la custodia de su hija.
Después me ha dicho que cuente con ella para lo que sea.
Para lo que sea, ha insistido.

Mi amiga Lena ha sido muy concreta:
Cuando te aburras, llámame. Iremos al cine
Y no te dejaré comer palomitas. O iremos a pasear.
Aun me debes un par de rincones de Barcelona
que prometiste que un día me mostrarías.
Los lavaderos de Horta, están en mi agenda
Pero me gustaría verlos contigo,
aunque si prefieres que hagamos otra cosa, dímelo.
Sabes que tienes en mí una amiga que te quiere
y que no quiere que te engordes si eso te hace sentir mal.

¡Qué les voy a decir! Podría recitarles
aquel poema de Benedetti y expresarles que
también ellas pueden contar conmigo.
o podría reunirlas a las tres
(no en una comida, claro está,
que ellas no quieren engordar,
pero sí ante unas tazas de té)
y escribirles un poema para la ocasión:
Ustedes pueden contar conmigo, empezaría.
(No se trataría de ser original,
sino sincero y eficaz).
pero no alerten los fusiles
si perciben en mis ojos una veta de amor.
Yo la he visto en los suyos
y me he sentido confortado
porque sé que, en efecto,
cuento con ustedes
y cuento, por su valía,
hasta mucho más de tres.

Pero no, no las llamaré
para reunirlas,
al menos hasta que no adelgace un poco.
Sería un desastre.
No sé hasta qué punto
su solidaridad, la de cada una de ellas,
aguantaría mi discurso con las demás como testigos,
sin que pudieran expresar libremente
lo que ellas harían por mí.

No se conocen y no sé si quisieran conocerse.
y yo… Yo las amo,
pero quizá solamente de una en una.

En fin, contaré hasta tres y me pondré a dieta.
Eso sí: después de comer, cuando la siesta,
no me garantizo no soñar con las tres juntas…

Ya las veo tomando el té conmigo, sin sándwiches ni pastas.
Aunque ellas están, en verdad, un poco flacas.



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