miércoles, 24 de agosto de 2016

Me hace rico

Siempre me han ido mal las cosas,
ni siquiera me han ido regular.
Yo siempre he sido pobre,
pobre de solemnidad.

 Pobre hombre,
decía el panadero,
cuando me fiaba el pan.

 ¡Y tan joven…!
dice ahora su señora,
que no me fía ya.

Pero el día más pobre de mi vida
—iba soñando en pan—
la encontré.

Y desde entonces soy rico
—ya no echo en falta el pan—,
me enamoré.

Yo la adoro
me hace rico
tengo el oro
de su  pelo.
Tengo pico
para hablar
y su amor
para cantar.

Ahora no es que me vayan bien las cosas,
ni siquiera me marchan regular,
pero no me siento pobre,
pobre de solemnidad.

— ¡Vaya chico!
exclama la casera
cuando viene a cobrar.

— Ya no es pobre,
se dice tan contenta,
aunque no voy a pagar.

Y es que en el día más pobre de mi vida
—iba con el pecho contraído
y los bolsillos vacíos—
la encontré.

Tanto ha cambiado mi suerte
que no siento los bolsillos
y desde un henchido pecho
surge risueña mi voz:

Yo la adoro
me hace rico
tengo el oro
de su  pelo.
Tengo pico
para hablar
y su amor
para cantar.

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