sábado, 13 de agosto de 2016

Los arenques

En el puesto de pesca salada y encurtidos,
los arenques entran por la vista
y sugieren un completo desayuno
para el día de fiesta,
(con unas rebanadas de pan recio y algo seco
fregadas con tomate).
Compraremos un par para mañana
y después, en el mismo mercado,
iremos a por unos garbanzos cocidos en el día
que en el almuerzo tomaremos tibios
con un chorro de aceite de arbequinas.

Una grata comida se avecina, 
niña mía.
Pon vino en el porrón mientras pensamos
con qué adornamos los pimientos del segundo plato,
tal vez con huevos fritos, o escalfados.

Vendrán enseguida unos amigos
que gustan de las largas sobremesas,
esas en que siempre adivinamos
 la ciencia y la conciencia
del próximo futuro.

El buen café filtrado en buena cafetera
(la italiana o en la vieja oroley de la alacena)
será otra vez un aliado
de nuestra inteligencia.

Y por la noche, 
de nuevo tú y yo solos, 
dejaremos entornada la ventana
y tu cuerpo se hará uno con el mío
para no tener frío.
Nada de frío.

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